La mediación educativa conlleva un planteamiento global de la convivencia en la escuela que implica a todos los intervinientes en el sistema educativo, padres, alumnos, profesores y personal no docente (comunidad educativa). Para ello, es necesario que los alumnos se inicien cuanto antes, desde educación infantil, en el reconocimiento y en la gestión de sus emociones a través de la comunicación, el diálogo y la escucha activa.

Así se podrá ir avanzando, según las edades de los alumnos, hasta llegar a la formación de auténticos mediadores escolares que ayuden a sus compañeros a resolver los conflictos que no hayan sido capaces de gestionar por sí mismos.

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Además se conseguirá un “enfoque global de transformación de conflictos” (Alzate Sáez de Heredia, R. 2003) que implica una gestión de los mismos de forma piramidal:

– Conflictos que nunca llegan a ocurrir debido a la mejora del clima escolar y una estructura más democrática de la escuela.
– Conflictos que los alumnos resuelven con sus propias habilidades en gestión de conflictos.
– Conflictos resueltos con mediación.
– Conflictos arbitrados.

Por último, es importante señalar los efectos positivos que se producen en los alumnos que desempeñan la función de mediadores (Sánchez García-Arista, Mª L, 2013). Recientes estudios de investigación han explicado los cambios cerebrales que suponen actitudes de ayuda, de “hacer algo por otro””.Ahora ya sabemos que la activación del lóbulo prefrontal izquierdo y la potenciación de endorfinas están en la base del sentimiento de felicidad, de satisfacción que se genera. Y el cerebro guarda memoria que le llevará a repetir actitudes. Tal vez sea esta la razón por la que los alumnos mediadores, incluso cuando han tenido actitudes disruptivas, son capaces de generar un clima de confianza tiñendo de dignidad el espacio de mediación. Los alumnos que voluntariamente asisten a mediación buscando ayuda es porque realmente desean resolver sus conflictos llegando a acuerdos, sin acudir a la pelea o a la ruptura. Este cambio desde actitudes impulsivas que implican agresiones verbales y/o físicas hasta actitudes de colaboración, incluso de compromiso, les genera no sólo sentimientos de bienestar, sino también de seguridad. Las interacciones, el estilo relacional, ganan en calidad, generando paulatinamente una cultura de centro donde el diálogo, el acuerdo y el compromiso sean sellos de identidad.

 

Bibliografía

Alzate Sáez de Heredia, Ramón (2003). Resolución de conflictos. Transformación de la escuela. En Vinyamata, E, (coord.) Aprender del conflicto, pp 47-60. Ed Graó.

Sánchez García-Arista, Mª Luz (2013). ¿Mediación escolar o mediación educativa?: Mediación educativa contextualizada.

 

 

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