No es fácil encontrar artículos acerca del papel del menor en un proceso de mediación familiar en el caso de una separación o divorcio.

El menor en una separación

El menor en una separación

Hemos encontrado un artículo muy interesante en este sentido, de Eduardo Vázquez de Castro, profesor titular de Derecho Civil, en la «Revista de derecho de familia«, de la Editorial Lex Nova.

Aunque recomendamos la lectura íntegra del artículo, hacemos un breve análisis de lo que en él se puede encontrar.

Con respecto a la falta de legislación y opinión en este tema, Vázquez de Castro dice que no debe sorprendernos mucho, ya que si acudimos a países en los que la mediación lleva ya mucho tiempo, nos encontramos con que también allí tardó mucho en hablarse sobre lo acertado o no de incorporar a los menores a los procesos de mediación familiar en la separación de sus padres.

En las leyes de la mayoría de los países tan sólo se hace alusión a la necesidad de tener presentes las necesidades y los intereses de los menores, dejando así la responsabilidad de tomar la decisión de incorporarles al proceso o no, a los mediadores.

En general los mediadores son partidarios de la incorporación de los menores al proceso de mediación, si bien podemos encontrar reticencias. Por ejemplo, en el caso de que el mediador sea psicólogo, siente inseguridad por su falta de conocimiento acerca de los derechos del menor. En cambio si es abogado, lo que le asusta es no ser capaz de tratar adecuadamente al menor.

Vázquez de Castro establece tres factores de los que depende la incorporación del menor al proceso:

1- Voluntad de los padres y de los hijos.

2- Edad y madurez del menor.

3- Capacidad y cualidad del mediador para trabajar con el menor.

Otro punto importante es valorar en qué momento se debe incorporar al menor al proceso. Algunos mediadores opinan que en las primeras sesiones, para tener en cuenta durante el proceso sus impresiones. Otros, como Morrone, trabajarían con padres e hijos a lo largo de todo el proceso, aunque de forma independiente, trasladándose de lo obtenido con los hijos, lo que se permita a los padres. Otros como Folger, Taylor y Schoffer les incorporan poco antes del final, para poder así informarles de todo.

En nuestra opinión, al margen de su participación previa, que sí vemos conveniente, nos parece de suma importancia que el menor asista a la última sesión. En ésta se le puede informar de todas las medidas tomadas y de por qué se han tomado.

Es el momento en el que el menor puede entender su nueva realidad, preguntar todo aquello sobre lo que tenga dudas y ver que las decisiones son tomadas entre todos y por su bien. Si tiene algo que cuestionar este es el momento. Su participación ayuda a que luego colabore en la nueva relación familiar, y entienda las nuevas situaciones que se van planteando en su día a día.

Por último, recogemos aquí distintos argumentos que aparecen en el artículo para incorporar a los menores o no al proceso de mediación.

Argumentos para incluir a los menores:

– Satisfacer la demanda de los padres y los menores.

– Poder enfocar la mediación a las necesidades de los menores, reforzando la responsabilidad parental.

– Informar a los hijos de la nueva situación e involucrarles para que colaboren y se adapten.

– Dar la oportunidad de ser escuchados, sobre todo a los adolescentes.

– Para que aprueben la custodia establecida y la asuman, indispensable para su cumplimiento.

– Evitar someter al menor a tensiones, ya que no está en la toma de decisiones.

Argumentos para no incluir a los menores:

– Porque uno de los padres no esté de acuerdo.

– Evitar tensiones o presiones a los menores y conflictos de lealtades con los padres.

– Evitar la intrusión del mediador en la vida familiar.

– Peligrar la confidencialidad, que pudiera ser incompatible con el bien del menor.

– Evitar minar la autoridad parental.

– Si los menores son demasiado pequeños o inmaduros.

– Evitar que los menores vean a sus padres discutiendo.

– Cuando los padres no quieren asumir responsabilidades (casos extremos con hijo con una necesidad especial).

– Si el mediador está incómodo con los niños (podrías derivar o hacer comediación).

Como siempre en las mediaciones, lo importante es considerar cada caso concreto, y en este caso, atender a las circunstancias concretas de cada niño y de cada familia, y que de esta forma, el mediador y los padres valoren si incluirle o no, y cómo y cuándo hacerlo. 

Al finalizar el proceso sí es interesante que asistan, como hemos dicho, para que los padres puedan informar de todo lo acordado bajo la guía del mediador, que también facilitará al menor la comprensión de todo lo acordado y le ayudará a preguntar y despejar todas las dudas que pudiera tener al respecto.

En cualquier caso, no se debe tener miedo a incluir al menor en el proceso de mediación por una separación matrimonial, ya que los resultados pueden ser muy positivos.

Isabel Zarraluqui López (22-07-2015) «¿Hacemos las paces?»

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