Nada hay que entre en nosotros y nos haga daño, lo que nos hace daño es cómo nos tomamos lo que nos hacen.
Esta mañana estaba escuchando un audio que va en esta dirección y me ha parecido un tema muy interesante sobre el que escribir. ¿Podemos evitar que nos hagan daño?.
Muchas veces nos hacemos esta reflexión, y sabemos que está en nuestra mano gestionarlo para tomárnoslo de otra forma. Aunque es muy difícil controlarnos incluso sabiéndolo.
Los seres humanos tenemos instintos básicos y cada uno nuestro carácter bien marcado. Unos más que otros… Yo por ejemplo, soy de pronto fácil y salto a la primera. Bueno, a la segunda gracias a Dios y a la mediación.
Tengamos el carácter que tengamos, siempre podemos educarnos un poquito. Y si el fin es que las cosas nos hagan un poco menos de daño, pues mejor que mejor.
Hacer daño es muy fácil. Cuando alguien nos lo hace, la respuesta automática es intentar hacer daño nosotros también. Pero pensándolo en frío. ¿Nos ayuda en algo a nosotros hacer daño a esa persona?
Puedes pensar que sí te va a causar una satisfacción inmediata, pero lo cierto es que eso sólo te satisface un momento. Al rato sigues con el run run. No paras de pensar en esa persona etc. Y eso no te da tranquilidad ni te hace más feliz precisamente. Por no hablar del peligro de la escalada del conflicto. Cuántas veces vemos a personas que se les ha ido de las manos y acaban haciendo verdaderas locuras. Todo el mundo sale perjudicado. Ninguna de las partes hubiera llegado a ese punto en circunstancias normales.
Lo que te hace feliz en realidad es estar tranquilo. Y pensar en esa persona lo menos posible. Y para eso,
¿Qué tiene que suceder?
1- Que la otra persona deje de hacer lo que está haciendo
2- Que cuando me hace lo que hace, yo me lo tome de otra manera
De estas dos opciones, creo que todos vemos claro que sólo podemos controlar la segunda, verdad?. Así que, pongámonos ¡manos a la obra!
La propuesta de esta semana es querernos a nosotros mismos y tratar de cuidarnos. ¿Cómo?. Estando tranquilos. No dejando que nada nos haga daño.
Ya que no podemos cambiar lo que nos hacen o dicen, cambiemos cómo nos lo tomamos nosotros. Quizá un poco de música te ayude. Si no, busca tu método.
En alguna otra ocasión hemos hablado de la importancia de la tranquilidad para ser felices, de cómo hay infinidad de estudios que lo demuestran etc. Así que,
¡A ser felices!
Isabel Zarraluqui López (12-02-2020). «No dejes que te hagan daño». Asociación ¿Hacemos las paces?